jueves, 8 de enero de 2009

La fundación de Corduba: de las sombras al albor(II)


Los romanos conquistaron el poblado indígena de Corduba en el 206 a.C., tras la batalla de Ilipa (Alcalá del Río, Sevilla), en la que se enfrentaron los ejércitos cartagineses contra las legiones romanas. El resultado fue una de las más importantes derrotas de los cartagineses en terreno hispano, durante la Segunda Guerra Púnica. Esta batalla fue decisiva en la retirada cartaginesa durante la conquista romana de Iberia, que pasó luego a llamarse Hispania. La fundación de Corduba fue de las primeras que se dieron en Hispania, convirtiéndose más tarde en capital de la Bética con alto grado de romanización.

Los cartagineses defendieron su imperio como podían. Pero finalmente, como es sabido, se cumplió la sentencia de Catón: delenda est Carthago. La realidad es que la conquista del poblado indígena no fue otra cosa que un episodio más de la lucha de hegemonía entre la potencia que era Cartago y el nuevo poder en escena de Roma. De paso que los romanos arreglaban cuentas con Cartago y Lucio Marco conquistaba Corduba, tuvieron que pasar bastantes años antes que Marco Claudio Marcelo, en 152 a.C., procediera a la fundación de una ciudad romana, para la que adoptó el nombre primitivo con el que era conocido aquel poblado indígena: Corduba. Después, siguió siendo romana cerca de 8 centurias.

El fundador de la Corduba romana fue un gran personaje de mediados del siglo II a.C., época de transición en el área mediterránea, en la que luchan por la hegemonía varios poderes europeos, asiáticos y africanos. Período turbulento, como suelen ser los de transición, en el que intervienen personajes de la talla universal de Aníbal, Escipión Africano, Emilio Paulo, Marcelo (el conquistador de Siracusa y abuelo del personaje objeto de esta pequeña historia), Catón, Escipión Emiliano, los Graco, padre e hijos, etc.

El historiador Estrabón proporciona el primer testimonio escrito al referirse a la presencia de una población latina que acompañaba a los invasores y que se instaló cerca de un poblado indígena. Y añade que Corduba es «la obra de Marcelo», y se extiende algo más sobre sus excelencias, indicando que la ciudad «la habitaron desde el principio un grupo selecto de romanos y de indígenas vecinos, pues fue ésta la primera expedición colonial que los romanos enviaron a dicho territorio», es decir, a la Turdetania, región que abarcaba el valle del Guadalquivir –entonces Betis- desde el Algarve portugués hasta la Sierra Morena cordobesa, que coincide con los territorios de la antigua civilización de Tartessos. Como descendientes históricos de los Tartessos, tenían una personalidad propia dentro de la cultura de los íberos. Ésta se caracterizaba por un tipo de cerámica, pintada, con decoración geométrica, escultura animalística, que en época romana se continuó con figuración humana.

El currículo de Claudio Marcelo, el fundador –o como se dice en latín, el cursus honorum- era brillante: pontífice, tribuno de la plebe, pretor, cónsul por tres veces, senador y consular diplomático, en una de cuyas misiones a África halló la muerte. Desempeñó la pretura de ambas Hispanias (Ulterior y Citerior, 169 a. J. C.). Según algunos historiadores, Claudio Marcelo intervino en Hispania en dos campañas distintas con mando militar: la primera en el año 169 a.C., y la segunda en el 152. Se cree que fue en la segunda de ellas en la que decidió formar un campamento permanente en una zona en la que ya había algunos asentamientos primitivos. Es decir, en esta fundación se colocan juntos colonos romanos (no sólo soldados, también civiles, comerciantes, agricultores, etc.) con un grupo de turdetanos seleccionados; comportamiento, por otra parte, habitual en la colonización romana de la Península.

Aunque sea de pasada, es inevitable mencionar el conflicto existente entre los historiadores partidistas, respecto a la existencia simultánea o previa de Itálica. Sin embargo, cuando el pretor Marcelo viene a la Bética decide residir en Corduba, posiblemente porque sea ésta la ciudad que más rápidamente se romanizó y también una de las colonias más célebres del occidente romano. Estos hechos, junto con ciertas referencias históricas propiamente romanas, alientan a considerar a Corduba como «la primera expedición colonizadora que los romanos mandaron a estos lugares».

Ya en el año 113 a.C., se menciona que en Corduba existía un foro romano. El asentamiento indígena es poco a poco abandonado y sus habitantes se trasladan a la próxima ciudad romana. Se va produciendo una monumentalización de la ciudad, y las casas de adobe van siendo sustituidas por otras de caliza y areniscas. Incluso en el año 80 a.C. ya se acuñan monedas en esta ciudad.
(Continua)

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