jueves, 26 de noviembre de 2009

SIGUIENDO LOS RASTROS (y VI)

Para rematar este trabajo, me propongo referirme a los yacimientos romanos, más o menos “puestos en valor” –más bien menos- y generalmente poco difundidos en catálogos y propaganda turística, preferentemente dedicada, en exclusiva, al folclore andalusí. Querido lector, haz tu mismo una prueba para salir de dudas. Entra en Internet con la palabra clave, Córdoba. El resultado es generoso en sitios que invitan a visitar la ciudad de…los califas –por cierto, perseguidos, aniquilados y “excomulgados” por los integristas del turbante negro de entonces, por malos musulmanes-. Suelen aparecer links que ofrecen contestar a la pregunta: ¿qué visitar? Haga clic con su ratón y vea el resultado. Parece como si la historia de esa ciudad hubiera empezado en 711. Se percibe un nostálgico regustillo a, como dice la copla: Córdoba la sultana, Córdoba mora. Aunque algunos poemas, poco usados, hablan de Córdoba primero romana y luego mora, y mañana…., un enigma. Todos contentos. Los de dentro están habituados y lo ven normal. A los de fuera les parece exótico, romántico, interesante. Es turismo de paso. Estamos en un mundo mediático: lo que no sale en los medios, especialmente en TV -y últimamente también en la red de redes-, no existe.

Puede que pronto asistamos a la ceremonia de “devolución” de las llaves de las casas de los moriscos expulsados. Y andando el tiempo, a la creación de una nueva autonomía de la nueva España plural: El Reino Nazarí de Granada. De este modo ya tendremos tres reinos: el Reino de España, a extinguir; el Reino de Navarra, casi ultimado; el Reino de Nazarí de Granada. Luego vendrán los demás reinos. Y aquí tengo una duda; ¿lo siguientes serán el rescate de los reinos cristianos o de los reinos de taifas? Amigos lectores, estamos consiguiendo aprender a manejar la Máquina del Tiempo, hacia el pasado. Lo nunca visto.

Anfiteatro romano

Uno de los últimos descubrimientos realizados en la capital es el anfiteatro romano, reservado para los espectáculos sangrientos de gladiadores y fieras con capacidad para 30.000 espectadores, situado en la parte trasera del actual Rectorado de la Universidad de Córdoba. Se trata de un gran proyecto de investigación liderado por la Universidad de Córdoba con la participación de varios centros académicos europeos. En sus restos se trabajaba desde hace más de un lustro. El edificio se construyó en una zona situada a extramuros de la ciudad de Córdoba, que en la época romana terminaba en lo que hoy es la Puerta de Gallegos. Los investigadores creen que se empezó a construir alrededor de los años 40 y 50 d.C., entre los reinados de los emperadores Tiberio y Claudio. Se trataba de un anfiteatro de grandes dimensiones que evidenciaba la importancia y la población que tuvo Córdoba en aquel momento, ya que un edificio de este tamaño sólo se podía construir para una gran ciudad.

Templo romano

Con ocasión de la obras de ampliación del Ayuntamiento de la ciudad, allá por los años 50 del siglo pasado, aparecieron los restos de un gran templo romano. No es el único templo que tuvo Corduba, pero posiblemente el más importante. Eso sí, el único conocido por excavación accidental. Su construcción se comenzó durante el reinado del emperador Claudio, el sucesor de Calígula (41-54 d.C.) y se terminó, unos cuarenta años después, durante el reinado del emperador Domiciano (81-96 d.C.).

Durante muchos años ha sido casi el único vestigio romano de consideración que se podía visitar en Córdoba. Desde el siglo XVI los restos de esta zona conocida como de "Los Marmolejos" se venían atribuyendo, sin discusión, al anfiteatro, como había dicho Ambrosio de Morales. En 1951 comenzaron excavaciones por Samuel de los Santos –entonces director del Museo Arqueológico- y F. Hernández. A partir de 1958 Bellido lo estudió en profundidad, relacionando los restos con materiales y datos dispersos, lo que le llevó a la conclusión de que se trataba de un templo dedicado al culto imperial dentro del foro, en conexión con terrazas (el lugar está en una privilegiada altura) y con el llamado circo oriental a su pie.

Puente romano

Una vez más aparece el emperador Augusto como benefactor del desarrollo urbanístico de Corduba. El conocido y popular Puente Romano, verdadero signo de identidad de la ciudad, también fue mandado a construir por Cesar Augusto Octaviano (de joven Cayo Octavio) en el siglo I d.C., para completar el importante acceso de la Vía Augusta. Ocupa el emplazamiento que esta civilización le dio originalmente, y a pesar de sus sucesivas transformaciones este elemento arquitectónico sigue conservando, más o menos, su fisonomía original. Originalmente tuvo 17 arcos, de los que en la actualidad quedan 16, de los que solo dos mantienen su forma de fábrica original. Recientemente he podido comprobar que se ha llevado a cabo una limpieza a fondo y no sabría decir cómo ha afectado a la estructura original.

Acueductos romanos

Una prueba de que la Corduba romana llego a tener una gran envergadura urbana, es que fueron construidos dos acueductos para atender las amplias necesidades de muchas viviendas con servicio, termas y fuentes públicas. El primero, de la época de Augusto, con el nombre de Aqua vetus Augusta, en gran parte subterráneo. El segundo, construido en tiempos de Tito Flavio Domiciano, 81-96 d.C., conocido como Aqua Nova Domitiana Augusta, del que, al parecer, quedan algunos tramos originales.

Palacio de Maximiliano Hercúleo

Este yacimiento es conocido como Yacimiento Arqueológico de Cercadilla, descubierto con ocasión de las obras de construcción de la nueva estación para el Ave, en el año 1991. Según unos, se trata de un palacio mandado a construir por el emperador Maximiliano Hercúleo, por los años 293-305. En el siglo VI se utilizó como templo de culto cristiano, incluso durante el periodo islámico. Con ocasión del saneamiento del yacimiento se descubrieron las tumbas de los obispos Lampedio y Samson. Pero otros especialistas, como los arqueólogos Corzo Sánchez y Marfil Ruíz, discrepan de lo dicho anteriormente, para afirmar que se trató de un edificio mandado a construir por el Obispo Osio en honor de San Acisclo, primer mártir cristiano -junto a su hermana Victoria- de la ciudad de Córdoba, durante la persecución del año 202 del emperador Septimo Severo, estando de pretor Dión. En las proximidades del río, se construyo un monasterio en honor de estos mártires, compatronos de Córdoba, llamado de los Santos Mártires, hoy desaparecido.

Mausoleo romano

En el año 1993, con ocasión de realización de unas “catas” arqueológicas, por donde pasaba la vía que unía Corduba con Híspalis (Sevilla), se descubrió, en los hoy llamados Jardines de la Victoria que, en contra de lo que pudiera parecer, deben su nombre a que en la zona estuvo el hoy desaparecido Convento de Nuestra Señora de la Victoria. El Mausoleo es un monumento funerario, de forma cilíndrica, forma nada usual en Hispania. Se construyo frente a la, en su tiempo, llamada Porta Principalis Sinistra y posteriormente, en época cristiana, llamada Puerta de Gallegos. Es semejante a otros del siglo I d.C. dados en Italia. Precisamente, tomando como referencia esos mausoleos italianos, se ha podido reconstruir, siguiendo las trazas halladas en el yacimiento. Está formado por una cámara funeraria que cobijaba una urna. Por sus dimensiones debió pertenecer a una familia de gran influencia en su época.

Muralla romana

Las murallas romanas cumplían, en general, dos servicios básicos. El primero el militar-protector con la función de defender la ciudad de los ataques enemigos u otras contingencias de diferente naturaleza; y el segundo, el marco de referencia dentro del cual se desarrollan los servicios de atención a sus habitantes. Casi todas las ciudades amuralladas romanas lo hacían según unas pautas muy estrictas. En general, salvo condicionamientos propios de cada topografía particular, las ciudades formaban un conjunto rectangular, compuesto de una serie de módulos iguales, paralelos y equidistantes, separados por calles, todo ello rodeado por murallas de unos tres metros de altura, jalonadas, de tramo en tramo, por torres de vigilancia de unos cinco metros de altura. Las calles eran todas iguales, excepto las dos centrales, que eran más anchas y se cruzaban en forma de cruz. Una iba de norte a sur, llamada kardo maximus, y la otra, de este a oeste llamada decumanus.

Desde el momento de la fundación de Corduba, 152 a.C., y teniendo en cuenta tanto la importancia geoestratégica del emplazamiento, como la categoría de cuartel central, es razonable pensar que la ciudad debió contar, desde el principio, con murallas protectoras. Cronológicamente este sería el primer recinto amurallado de Corduba, que hay que decir que correspondía a una superficie apreciablemente mayor que la mayoría de las colonias de su época, incluso semejante a algunas ciudades italianas.

Pocos son los restos conservados de la muralla romana en Córdoba. La muralla fue repetidamente reconstruida en la Edad Media, así como en épocas posteriores, lo cual hace difícil reconocer las trazas romanas en los pocos fragmentos conservados. De esos pocos trozos de muralla visibles –algunos expertos le llaman “lienzos”; un lienzo es un trozo de tela usado para las artes pictóricas-.los arqueólogos parecen afirmar que los verdaderamente romanos son, la torre de la Puerta del Rincón y otro en la calle Cairuán –fruto de un hermanamiento con una ciudad de Túnez-, donde está el monumento a Averroes. Estos vestigios corresponderían a lo que era la muralla norte, de la que se conservan tramos sueltos, bajo algunos edificios de la Ronda de los Tejares. Es digno de alabanza el cuidado y mimo con el que algunos edificios han respetado esos hallazgos, dejándolos a la vista detrás de cristales iluminados para facilitar su contemplación –caso de la sede de CajaSur-.

Después de la derrota de los pompeyanos en Munda, perpetrada por Julio Cesar, éste se dirigió a las Murallas de Corduba y las sometió a una dura prueba que no pudieron superar. Cesar no dejó piedra sobre piedra, vengándose así del partidismo cordubense claramente manifestado a favor de sus enemigos pompeyanos. Después del asesinato del Cesar, le sucede su sobrino-nieto Cesar Augusto Octaviano.

Y precisamente Augusto se convierte en el gran benefactor de Corduba, favoreciéndola con una reforma memorable. Además de nombrarla capital de la Bética, duplica el perímetro de las murallas hasta el límite del río Betis (Guadalquivir), con lo que da comienzo la época de las grandes construcciones. De tal modo que, no hay nuevas construcciones de indudable valor, que no lleven el apelativo de augusta. Así llaman los expertos a esta notable ampliación de las murallas: ampliación “augustea”. Nacen, por necesidad, dos puertas más a añadir a las cuatro tradicionales existentes: la de la Pescadería y la Puerta del Puente.

Uno se pregunta, que no es ni popular ni optimates, como es lógico ser en el comienzo del siglo XXI, ¿dónde está el monumento de homenaje a Augusto de los cordobeses, como prueba de gratitud por su indudable apoyo al engrandecimiento de Corduba? He vivido en Córdoba más de 20 años, pero, humildemente confieso que, todavía no me he enterado dónde está, entre tantas y tantas estatuas dedicadas a todos los personajes que han tenido que ver con la gloria y la fama de la ciudad. ¿Será que, todavía los cordobeses actuales, se sienten optimates –pompeyanos-? Esto parece una broma.

Embarcadero romano en el rio Betis (Guadalquivir), entonces navegable

En la época romana, el Guadalquivir –entonces Betis- era navegable desde Corduba hasta el Océano Atlántico. La aparición de una inscripción funeraria, a nombre de Pompeia Sptumilia, fallecida a los 16 años, al parecer, trabajaba para el gremio de barqueros, lo acredita. Esta referencia supuso una confirmación de la existencia de una actividad económica reveladora. Teniendo en cuanta tanto la circunstancia de la navegabilidad del rio y la importancia estratégica de la ciudad, centro de importantes transacciones económicas, tiene sentido aceptar la existencia de un lugar para el flete de mercancías, como punto de partida hacia el sur. Dadas las condiciones de lugar y espacio, parece razonable hablar de embarcadero más que de puerto.

Museo Arqueológico Provincial de Córdoba

En este caso se podría decir que las muestras más sobresalientes y valiosas son las de la época romana. Sin duda uno de los más atractivos, en su materia, en nuestro país. El Museo alberga importantes colecciones procedentes de diferentes yacimientos de la provincia de Córdoba. Los patios romanos del Museo nos permiten gozar con la contemplación de abundantes vestigios de esa época, incluyendo magníficas piezas escultóricas, mosaicos, documentos epigráficos, restos de elementos arquitectónicos, etc. Algunos de ellos, por su especial calidad, son dignos de figurar en los más exigentes compendios de Arte, como es el caso de varios de los mosaicos, el sarcófago paleocristiano excavado en El Brillante, esculturas de togados, etc. En el propio Museo, en uno de sus patios, se conservan los restos de una escalinata de época romana que en tiempos pasados motivó importantes controversias sobre su funcionalidad. Con el descubrimiento reciente del edificio del teatro, en un solar anexo al Museo, que en los momentos que escribo estas líneas estaba en proceso de excavación, acredita su vinculación a la estructura de ese edificio público. Es de prever que en un plazo, más o menos breve, el visitante del Museo pueda tener acceso a los restos que se conservan del teatro.

Recientemente el Museo se ha enriquecido con una escultura romana que simboliza el poder de Augusto, tan vinculado a la historia más esplendorosa de Corduba, en formato thorocauta, o sea de torso humano. Esta valiosa pieza ha sido adquirida por La Junta a las Hermanas de la Santa Cruz de la calle Morería, como heredad de la familia Enrique Tienda. Esta pieza está catalogada bajo el nombre de La Thorocauta.

Provincia de Córdoba: Otros yacimientos arqueológicos romanos

Al margen de los restos hallados en la capital, un paseo por la provincia también nos ayuda a entender lo que supuso la capital de la Bética para el mundo romano. Los vestigios encontrados en los municipios tienen un mejor estado de conservación ya que tras los romanos, los árabes comenzaron un proceso de aculturación en la capital que consistió además en el aprovechamiento de las piedras que conformaban los edificios imperiales para el uso de sus propias construcciones. Parece como en si los últimos años se hubieran contagiado por mimetismo de ese, digamos desapego a lo romano.

Una breve mención de los restos arquitectónicos romanos catalogados y reconocidos en los municipios más relevantes, sería la siguiente:

Villa del Río. Puente romano situado sobre la Vía Augusta sobre el Rio Salado.

Almedinilla. La villa romana de El Ruedo, en la Subbética cordobesa, es un yacimiento que abarca desde el siglo I hasta el VII y que tiene una extensión de unos 26.000 metros cuadrados. El Ruedo fue una villa convertida en un asentamiento rústico-urbano integrado por espacios residenciales y productivos que, según las investigaciones y debido a su grandiosidad, pudo pertenecer a una familia importante. También hay restos de una necrópolis.

Montoro, los romanos la llamaron Epora y le concedieron gran importancia, hasta el punto de nombrarla, junto a Cádiz, ciudad federada de la Bética. Conserva una escultura thoracata (torso humano) fechada a finales del siglo I y realizada en mármol blanco. Representa a un alto dignatario y, gracias a su decoración, ha sido comparada con piezas conservadas en museos de Roma y Ostia. La estatua se conserva en el Museo Arqueológico Municipal.

Puente Genil. De nuevo otra villa romana, la de Fuente Álamo. Es un yacimiento arqueológico que se encuentra fuertemente influenciado por la civilización romana, correspondiente a los últimos cinco siglos de la dominación del Imperio Romano en el sur de la Península Ibérica. Más tarde, en segundo plano y durante la época califal se construye una almazara de viga, sobre parte de la Villa Romana, concretamente en el siglo X d. C. dividiéndose el yacimiento arqueológico en tres épocas diferentes con construcciones de distinto uso, las termas romanas en la primera, la Villa romana en la segunda y la almazara Islámica en la tercera.

Monturque. Entre los restos romanos conservados en el municipio de Monturque, destaca por su magnitud, la gran cisterna que está situada bajo el cementerio de la localidad. Se trata de una gran obra cuyo objetivo era recoger el agua de lluvia, que poseía un depósito capaz de albergar alrededor de unos 850.000 litros.

Baena. Entre los municipios de Baena y Castro del Río se sitúa el yacimiento y santuario de Torreparedones, que alberga importantes restos íberos y romanos, entre los que destaca, una puerta monumental flanqueada por dos torres y un santuario.

Cabra. En 2006, a las afueras de Cabra, se halló una necrópolis tardo romana (siglos IV-VI d.C.) que posiblemente corresponde a personas de religión cristiana. Por otra parte, en esta ciudad tuvo lugar, en los años 70 del siglo pasado, uno de los hallazgos más importantes de la provincia: el conjunto escultórico del Dios Mitra. Se trata de una escultura en la que este dios mata a un toro. Todo un presagio de lo que luego significo en España los toreros y los toros. El caso es que desde hace tiempo está depositado, supongo que temporalmente, en el Museo de Córdoba capital, lo que tiene desesperados a la egabrense porque nadie hace caso a sus continuas reclamaciones de devolución.

Como colofón. Mejor que las apasionadas palabras de un aficionado amante de la Historia como yo, las que le dedica a Roma el historiador y periodista italiano Indro Montanelli, en el capítulo Conclusión, de su Storia di Roma, que por su clarividencia y buen juicio me permito reproducir aquí:

Roma nació con una misión, la cumplió y se acabó. Esa misión fue la de reunir las civilizaciones que la habían precedido, la griega, la oriental, la egipcia, la cartaginesa, fusionándolas y difundiéndolas en toda Europa y la cuenca del Mediterráneo. No inventó gran cosa en Filosofía, ni en Artes, ni en Ciencias. Pero señaló los caminos a su circulación, creó ejércitos para defenderlas, un formidable complejo de leyes para garantizar su desarrollo dentro de un orden, y una lengua para hacerlas universales. No inventó siquiera formas políticas; monarquía o repúblicas, aristocracia y democracia, liberalismo y despotismo habían sido ya experimentados. Pero Roma hizo modelos de ellos y en cada una brilló su genio práctico y organizador”. Y sigue más adelante refiriéndose al cristianismo. “El mismo cristianismo, para triunfar en el Mundo, tuvo que hacerse romano. Pedro había comprendido muy bien….”. Más adelante remata esta cuestión sobre el cristianismo. “Sus sucesores [de Pedro] se llamaron Pontífices, como los que habían presidido los asuntos religiosos de la Urbe pagana.”

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